El 25 de junio del año 1950 el ejército norcoreano atravesaba el paralelo 38 cuya línea perimetral delimitaba la frontera con Corea del Sur. El ataque debía evitar toda detinencia ser fulminante. Pero no era un dialogismo, ni una violencia irracional de un polemólogo consagrado a la agresividad humana.
De Hecho Kim el Primer Ministro de la República Democrática Popular de Corea ya había solicitado el apoyo de Stalin para dicha invasión, pero este se negó ya que no quería provocar una guerra contra Corea del Sur o Estados Unidos.
Stalin cambiaría de opinión poco más tarde porque en toda empresa ilegal, delictiva o política, el grupo por su propia seguridad exigirá que cada individuo realice una acción irrevocable y como expresase Hannah Arendt esto hará que rompa su unión con la sociedad respetable, antes de ser admitido en la comunidad de violencia.
En realidad comenzaban a sucederse una serie de circunstancias de descombro, de despejo, para que Stalin observara una especie de escampo geopolítico como eran: La victoria del comunismo en China con el natural fortalecimiento del comunismo en el este de Asia. La detonación de la primera bomba atómica por parte de la Unión Soviética, aquella metáfora tan perseguida de desparedar el aire, de la subrepción por décimas de segundo, que la hermanaba a la otra gran potencia militar. La percepción de una disminución en el interés de Estados Unidos por Corea del Sur, primero dejándola fuera de su perímetro de defensa, y luego con alguna denegación de ayuda. Aquello fue interpretado como voluntad inafectada o desgobierno.
La Unión Soviética pronto comenzó a considerar razones de embonarse, no ya de asoldadar sino de mecanizar a su aliado norcoreano dado que el ataque le convendría pues atropar a Corea del Norte aumentaba la seguridad de la URRS en el este de Asia antes de que Japón resurgiera como poder militar. A la vez que la guerra mejoraría las relaciones con China ya que disminuiría la posibilidad de acercamiento de Estados Unidos a una sociedad ahora comunista.
Kim visitó en secreto la Unión Soviética, con ese fin de unificación conterráneo, de nuevo en abril de 1950 y Stalin le permitió finalmente invadir Corea del Sur, enfatizando que no habría directa intervención soviética si bien asegurando que todos los materiales solicitados serían entregados a Corea del Norte. La estrategia de Kim era capturar rápidamente Corea en unas pocas semanas, mucho antes de que la intervención por parte de Estados Unidos fuera posible. Pero aquella táctica de vandalismo hipertrófico terminó sin embargo como una guerra de zapadores.
En tres largos años revolvedores y conturbados de contienda el coste fue de tres millones de muertos, perdiendo los norteamericanos 54.000 hombres, cifra muy cercana a los 58.000 de Vietnam, aunque esta última fue una guerra que duró una década.
Este conflicto significó una profunda falla una estancación diplomática y finalmente una abrupción desatentada por consenso ante el suceso de la guerra fría que más próximo estuvo del estallido de una Tercera Guerra Mundial. Desde entonces, el mundo siempre ha oído hablar de Corea como una guerra en espera, y algunos historiadores la definen como la guerra olvidada. Quizá porque detrás del asolamiento, del arruinamiento, no se proyectaron el caudal de imágenes o acontecimientos metaheroicos de conflictos posteriores no ya de menor calado político sino mítico, pues el conflicto de Corea envolvía de nuevo el concepto de patria terrestre, que es a la vez muy realista, pues plantea una identidad antropológica racional en términos de vida o muerte y lo que es peor bajo una estructura armamentística de atenuación planetaria. Llamativo cuando fue la certeza de la muerte la que impulsó a los hombres a buscar fama inmortal en acontecimientos y palabras, pero también la que les impulsó a establecer un cuerpo político que era potencialmente inmortal. Por eso retomando a Hannah Arendt la política fue precisamente un medio por el que escapar de la igualdad ante la muerte.
Este conflicto, que comenzó el 25 de junio de 1950 y terminó el 27 de julio de 1953, fue el único momento de la guerra fría donde las fuerzas militares de China, la Unión Soviética y Estados Unidos (junto a sus aliados) se enfrentaron en una guerra “tradicional”, a diferencia de las guerras subsiguientes que solo fueron enfrentamientos indirectos entre las superpotencias. Esta guerra, que revolucionó la forma en que se conducirían las posteriores contiendas internacionales, fue el conflicto de mayor relevancia del siglo XX.
OBJETIVOS
Citando a Martin Heidegger en su ensayo sobre la pobreza: Las guerras no están en condiciones de decidir historialmente los destinos porque reposan ya sobre decisiones espirituales y se atiesan justamente sobre estas. Ni siquiera las guerras mundiales son capaces de ello .Pero ellas mismas y su desenlace pueden devenir para los pueblos la ocasión que provoca a cambio una meditación. Esta meditación misma, sin embargo, brota de otras fuentes. Estas deben comenzar a abrirse desde la esencia misma de los pueblos. Por eso hace falta la meditación de los pueblos sobre sí mismos en el diálogo que establecen vez a vez unos con otros.
Durante la Guerra de Corea (1950-1953), que dejó gran parte de Corea del Sur devastada, la ciudad de Busan también fue dramáticamente alterada. En las primeras etapas de la guerra, una vez que las fuerzas norcoreanas conquistaran Seúl, grandes números de surcoreanos se vieron forzados a huir hacia el sur a Busan, que se convirtió en la capital provisional del Sur. Este fuerte influjo de refugiados llevó a la creación de vecindarios provisorios que se expandieron como maleza a lo largo de las laderas de las colinas circundantes. Entretanto, en el Mercado Gukje que surgió en medio del caos de la guerra, se podía comprar todo tipo de productos. Para Busan, los años de la guerra provocaron un auge de la economía local, y fueron un tiempo en que diversos elementos y circunstancias se fusionaron en un crisol proverbial.
Esta introducción aparentemente historiográfica es absolutamente necesaria para comprender la naturaleza del proyecto que me ocupa y para el que pido solicitación de ayuda. Las siguientes instituciones: THE BUSAN METROPOLITAN CITY, THE BUSAN MUSEUM OF ART y el director de BUSAN BIENNALE, me han ido invitando de forma sucesiva a colaborar con ellos a raíz de la exposición que tuve en THE COLUMS ART CENTER FOR VISUAL AND PERFORMING ARTS EN SEUL Corea del Sur. Dicha muestra fue considerada por la revista ART FORUM como la mejor exposición hecha en Corea durante el año 2008.
En primer lugar el Director del Busan Museum of Art adquirió para su museo una fotografía de 200 cm x 900 cm. Posteriormente dicho Director junto con las autoridades de la ciudad de Busan me propusieron hacer un estudio de intervención sobre las colinas degradadas que rodean a la metrópolis, ajamiento provocado por un proceso de acampamiento habitativo disfuncional y urbano generado en los años diaspóricos o migratorios de la guerra y posteriormente durante el apogeo industrial.
Una vez entregué los proyectos, el Director de la Busan Biennale me invitó a participar en la Biennale que comienza el 11 de Septiembre de este año para primero mostrar estos trabajos y segundo seleccionándome también para una intervención de Arte Público. De esta experiencia nace también por parte del conjunto de todas estas instituciones la idea proyectual y constructiva de llevar a la práctica real; en definitiva a un plano físico y funcional dichas imágenes como residencias de estudiantes como medio de alternancia y convivencia entre la lícita tenencia de las barriadas provisorias. Y no ya desde el desacoplamiento o la supresión sino desde el consunto y la conmixtion de elementos que rearmen una contextura empresarial y disuadan la repugnancia inspirada por los suburbios, desde la evitación de la demolición forzosa. Si finalmente el proyecto de intervenir o edificar desde la empiria en las laderas de las montañas se puede materializar, habría cerrado un ciclo que llevo persiguiendo casi a lo largo de toda mi trayectoria artística.
Pues incomprensiblemente parece inoportuno por preclaro subrayarle a las municipalidades que es la pobreza la que genera los lugares de la desolación y no el entorno el que crea la pobreza. Toda inhabilitación, derrumbamiento, excavación o destrucción por violencia no es sino un estéril ejercicio de fumigación urbana, que tan sólo implica un traslado y un cíclico comienzo de obstinación habitacional y violento desbarate constructivo, identitario y social. Ciclo que termina siendo lo que Jeremy Seabrook definiera como profecía autoinducida.
Los nuevos patrones urbanísticos están definidos casi diacríticamente en un campo de atracción y repulsión. Un caso concreto y contentivo es la ciudad de Busan, precisamente porque la elevación de nuestra conciencia en materia sensorial, induce a una correspondiente indiferencia a descender. Habitamos, en realidad domiciliamos un filtro que rechaza todo aquello que nos resulte indeseable por más que lugares sin planeamiento, es decir; urbanísticamente desorganizados, no necesariamente estén desestructurados socialmente o desarticulados emocionalmente. Conozco múltiples realidades suburbiales de diferentes países: Brasil, México, Perú, China, India, Pakistán, Bangladesh, Nigeria y ninguna se conforma idénticamente a las otras, sin duda en casi todas existe estragamiento y escasez o carencia de servicios. Pero mientras en algunas conviven el incumplimiento o la criminalidad en tantas otras existe una acometividad horizontal y previsible donde se indiferencia lo público y lo privado, donde hay un encuadramiento social y comunal y una aproximación experiencial y conjunta del escrúpulo y la incertidumbre.
Busan, no la Busan metropolitana e hiperdesarrollada, sino la Busan suburbial es una extraña conjugación de barrera tectónica, casi geodésica, es un anfiteatro, por tanto más periurbano que periferizado. Sus colinas rodean la ciudad y desde sus vistas conoides se desveza y desemboca uno de los puertos internacionales con el mayor número de intercambio en el mundo. Es una metrópolis de casi cinco millones de personas donde hay 1107 establecimientos educacionales. Si este proyecto regenera parte de sus áreas hiperdegradadas, hay más de 225.000 en el mundo, con centros educativos, sus posibilidades de incrementación en las barriadas las alejaría del amadrigamiento o el cobijo sin influencia que ha sido el error redundante de muchas otras zonas segregadas intervenidas no quirúrgicamente sino cirujiadas plásticamente pero desustanciadas y abocadas como finalmente así ha sido, en Sao Paulo, Lagos, o Lima al fracaso.
Educación es sinónimo de independencia, de fluencia, de conectividad de infopistas y de acceso al trabajo. THE BUSAN DEVELOPMENT INSTITUTE (BDI) y el BUSAN INTERNATIONAL ARCHITECTURAL CULTURE FESTIVAL (BIACF) el primero es un centro establecido en 1992 para promover prácticas funcionales a problemas urbanos me han invitado a exponer mis experiencias tanto artísticas como sociológicas así como a la presentación de los proyectos que diseñe para Busan en Junio 16/ 18 al BUSAN SYMPOSIUM ON PUBLIC ARTS, ARCHITECTURE & DESIGN FROM THE PERSPECTIVE OF URBAN REGENERATION.
BUSAN PROJECTS (Dionisio González) -english-
On 25th June 1950 the North Korean army crossed the 38th parallel, the perimeter line that marked the border with South Korea. The attackwas supposed to prevent any kind of arrest, to be devastating. But it was no dialogism, nor was it the irrational violence of a polemologist consecrated to human aggressiveness.
As a matter of fact Kim, the Prime Minister of the Democratic People’s Republic of Korea, had already asked Stalin for support for this invasion, but the latter refused because he did not want to provoke a war against South Korea or the United States.
Stalin would change his mind a little later, because in any illegal, felonious or political enterprise, for its own security the group will demand that each individual commit an irreversible act and as Hannah Arendt said, this is in order to “burn the bridges to respectable society, before he is admitted into the community of violence”.
Actually a series of circumstances of removal, of clearing away began to occur, allowing Stalin to observe a kind of geopolitical fair weather, i.e. the victory of communism in China with the natural ensuing strengthening of communism in East Asia. The detonation of the first atom bomb by the Soviet Union, that sought-after metaphor of removing the walls from the air, of hidden, secret action by tenths of a second, which united it with the other great military power. The perception of a reduction in the interest of the United States in South Korea, first by leaving it outside of its defence perimeter, and then with certain refusals to provide aid. This was interpreted as an unaffected will, or misgovernment.
The Soviet Union soon began to consider reasons for falling in with the idea, not of providing mercenaries, but of mechanizing its North Korean ally, since the attack would be in its interests, as an assembly of troops in North Korea would increase the safety of the USSR in East Asia before Japan could re-emerge as a military might. And at the same time the war would improve relations with China, as it would decrease the possibility of bringing the United States closer to a society which was by now communist.
Kim paid a secret visit to the Soviet Union again in April of 1950, with that aim of unifying countrymen, and in the end Stalin allowed him to invade South Korea, placing emphasis on the fact that there would be no direct Soviet intervention, but assuring him that all the materials requested would be delivered to North Korea. Kim’s strategy was to quickly capture Korea, in a few weeks, long before intervention by the United States was feasible. However, this strategy of hypertrophic vandalism ended up as a sapper’s war.
Over three long, turbulent, restless years of struggle the cost was three million dead, with the Americans losing 54,000 men, a figure that comes very close to the 58,000 lost in Vietnam, although the latter was a war that lasted a decade.
This conflict led to a deep-rooted fault, diplomatic stagnation and finally, an abruption that was rash and ill-advised by consensus in the face of the event of the Cold War which came closest to an outbreak of a Third World War. Ever since, the world has always heard of Korea as a war on hold, and some historians define it as the forgotten war. Perhaps because behind the devastation, behind the ruin, the flow of metaheroic events or images of subsequent conflicts were not projected; conflicts no less significant politically, but mythically, as the Korean war once again enveloped the concept of homeland, which is at the same time extremely realistic, as it puts forward a rational anthropological identity in terms of life or death and, even worse, under an arms structure of planetary attenuation. Striking, this, when it was the certainty of death that drove men to seek immortal fame in events and words, and which alsodrove them to establish a political body that was potentially immortal. Which is why, returning to Hannah Arendt, “politics was precisely a means to escape from the equality before death”.
This conflict, which began on 25th June 1950 and ended on 27th July 1953, was the only time during the Cold War that the military forces of China, the Soviet Union and the United States (along with their allies) faced each other in a “traditional” war, unlike the subsequent wars which were only indirect confrontations between the superpowers. This war, which revolutionised the way in which subsequent international conflicts would be conducted, was the most relevant battle of the 20th century.
GOALS
To quote Martin Heidegger, in his essay on poverty, “Wars do not have the capability to historically decide on destinies because wars already rest upon spiritual decisions upon which they solidify themselves. World Wars too are incapable historically to decide on destinies. But for the people, World Wars and their outcomes can become an occasion that gives rise to a mindfulness. But such a mindfulness itself arises from other sources, which must begin to flow out of the own most of the people. This is why a self-mindfulness is needed in the alternating dialogue of the people with one another.
During the Korean War (1950-1953), which left much of South Korea in a state of devastation, the city of Busan was also altered dramatically. During the early stages of the war, after the North Korean forces had conquered Seoul, large numbers of South Koreans were forced to flee south to Busan, which became the provisional capital of the South. This huge influx of refugees led to the creation of provisional districts which sprouted like weeds along the sides of the surrounding hills. Meanwhile, in Gukje Market, which emerged from the midst of the chaos of war, you could buy all kinds of products. For Busan, the war years gave rise to a boom in the local economy, and were a time when diverse elements and circumstances fused in a proverbial melting pot.
This apparently historiographical introduction is entirely necessary for understanding the nature of the project we are concerned with. The following institutions: BUSAN METROPOLITAN CITY, BUSAN MUSEUM OF ART and the director of the BUSAN BIENNALE, have invited me, in succession, to collaborate with them as a result of the exhibition of mine in THECOLUMNS ART CENTER FOR VISUAL AND PERFORMING ARTS IN SEOUL, South Korea. The display was deemed the best exhibition held in Korea during the year 2008 by the magazine ART FORUM.
Firstly, the Director of Busan Museum of Art acquired a photograph measuring 200 cm x 900 cm for his museum. Subsequently this same director, along with the authorities of the city of Busan, proposed that I should make an intervention study on the degraded hills that surround the metropolis, a shabbiness caused by a process of dysfunctional and urban residential encampment generated during the diaspora or migratory years of the war and afterwards, during the industrial peak period.
After I had handed in the projects, the Director of the Busan Biennale invited me to take part in the Biennale to show these works. It was on the basis of this experience, too, that all of these institutions came up with the constructive project idea of actually putting these images into practice; in short, of taking them to a physical, functional level in the form of student residences, viewing platforms and/or museums as a way of alternating and coexisting amidst the licit tenure of the provisional neighbourhoods. And not as a result of displacement or suppression, but on the basis of consent and commixtion of elements that rearm an entrepreneurial contexture and dissuade the repugnance inspired by the suburbs, by preventing forced demolition. If the project to intervene or construct from a stance of empiricism on the sides of the mountains does ultimately materialize, a cycle I have been pursuing for almost my entire artistic career will have come full circle.
Because incomprehensibly, it appears inopportune, in that it is illustrious, to stress to the municipal authorities that it is poverty which gives rise to the places of desolation and not the surroundings that create the poverty. Any invalidation, demolition, excavation or destruction through violence is no more than a sterile exercise in urban fumigation, which only implies a transfer and a cyclic initiation of housing obstinacy and violent constructive, identitarian and social disruption. A cycle which winds up being what Jeremy Seabrook defined as a self-fulfilling prophecy.
The new town planning patterns are defined almost diacritically within a field of attraction and repulsion. One specific, containing case is the city of Busan, precisely because the elevation of our awareness of sensorial matter leads to a corresponding indifference to descending. We inhabit, in reality we take up residence in a filter that rejects everything undesirable to us, even though entirely unplanned places, that is, those which are disorganised in terms of town planning, are not necessarily poorly structured socially, or disjointed emotionally. I am familiar with numerous suburban slum realities in different countries - Brazil, Mexico, Peru, China, India, Pakistan, Bangladesh, Nigeria– and none of them conform identically to the others, but there can be no doubt that in nearly all of them there is disorder and scarcity or lack of services. But whilst in some of them non-compliance or criminality co-exist, in others there is a horizontal, foreseeable enterprise, where what is public is not differentiated from what is private, where there is a social and communal framing and a shared-experience-based approximation of the scruple and uncertainty.
Busan – not the hyper-developed, metropolitan Busan, but the slummy Busan – is a strange conjugation of tectonic, almost geodesic barrier, it is an amphitheatre, and therefore more peri-urban than peripheralized. Its hills surround the city and from its conoid views one of the international ports with the highest rate of interchange in the world is weaned and flows out. It is a metropolis of nearly five million inhabitants with 1107 educational establishments. If this project regenerates part of its hyper-degraded areas - there are more than 225,000 in the world, with educational centres - the chances of increase in the outlying districts would prevent them from a kind of hiding in their holes, or shelter without influence, which was the reiterative mistake of many other segregated zones that have undergone an intervention which is not surgical, yet a plastic operation, but been left without substance and are doomed, as was ultimately the case in Sao Paulo, Lagos or Lima, to fail.
Education is a synonym of independence, of flow, of connectivity of data highways and access to jobs. THE BUSAN DEVELOPMENT INSTITUTE (BDI) and the BUSAN INTERNATIONAL ARCHITECTURAL CULTURE FESTIVAL (BIACF)– the former is a centre established in 1992 to promote functional practices for urban problems – have invited me to exhibit my experience, both artistic and sociological, and to the presentation of the projects I designed for Busan in the BUSAN SYMPOSIUM ON PUBLIC ARTS, ARCHITECTURE & DESIGN FROM THE PERSPECTIVE OF URBAN REGENERATION.